jueves, 12 de septiembre de 2013

Música y sexo

En mi vida ha habido dos momentos hipercultos que pueden ser una mezcla de síndrome de Stendhal con calentón de toda la vida. Adelanto que ninguno de ellos llevó a absolutamente nada, con lo que se podría concluir de estas dos experiencias que, en mí, el arte no está hecho para ser mezclado con la carne.

Una de las historias sucedió con la lectura compartida de cierto libro que, la verdad sea dicha, trataba de manera bastante explícita lo que no se llegó a hacer. La otra, sin embargo, fue fruto de la perversión de mentes obsesionadas con la música. El chaval proponía este concierto de Tchaikovsky. Yo, mundana como soy, acabé convenciéndolo de que tenía más sentido "El tango de Roxanne".

Esta disparidad de gustos me llevó a pensar que, en realidad, la pregunta a la que intuitivamente habíamos respondido a la hora de elegir canción era distinta en un caso y en otro;  hay dos tipos de músicas para dos cosas diferentes: hacer el amor y  follar. Y es que no puede ser lo mismo. Empezando por la duración. 32 minutos frente a 7. Siguiendo por la diferencia evidente de lo instrumental frente a una canción que habla de una prostituta y de celos. El ritmo. La tensión. La propia armonía de las obras y la instrumentación. La exaltación de los sentimientos y la necesidad de satisfacción. La música tampoco podía ser la misma, claro está. Por eso partimos de preguntas distintas, quizás conscientemente.

Supongo que dependerá de la persona, pero yo me alegro de no haber usado todavía la música para la primera opción. Si cualquier detalle me lleva a recordar relaciones pasadas (en especial canciones y olores de hace sin problemas 9 años), usarla sería un suicido emocional.

Desde el momento "cuál es la mejor música para echar un polvo", he pensado muchas veces en la respuesta. Han sido varias las conclusiones. Hubo una época en la que casi cualquiera de Muse me habría valido. Otra en la que Rihanna, así, dándolo todo. "Muerte en Hawai" de Calle 13 para una mezcla entre sentimientos y lujuria. "Get Lucky" lo llenaría de buen rollo. Pondría "La danza de los caballeros" de Prokofiev para hacerlo muy épico y despechado. Y últimamente me inclino por "Follow" de Crystal Fighters, sí.

Una lista siempre en construcción.


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