miércoles, 28 de agosto de 2013

Hoy tengo un día Benedetti




Soledades

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
                                  no existe
ah pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve
                                             presoledad

después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad

ya sé que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
                  solo en el mundo

sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan

y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo

los datos objetivos son como sigue
hay diez centímetros de silencio
         entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
         entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
         entre tus ojos y mis ojos

claro que la soledad no viene sola

si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se verá un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buena gente

después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
                        viene la soledad

conforme
               pero
qué vendrá después
de la soledad

a veces no me siento
                             tan solo

si imagino
mejor dicho si sé
que más allá de mi soledad
                                      y de la tuya

otra vez estás vos
aunque sea preguntándote a solas
qué vendrá después
                            de la soledad.


Benedetti 




jueves, 22 de agosto de 2013

Todas Lolitas

Yo no sé por qué exactamente, pero este verano todos los libros que han caído en mis manos y me han gustado tienen un denominador común: chica adolescente enamora a hombre mayor. Y no lo he ido buscando, ¿eh? que me leí de joven Lolita de Nabokov y no me gustó (quizás por eso, porque yo era joven e inexperta). 

Pero vamos, que dije que iba a hablar de Luna caliente y ya que me pongo hablaré de los tres libros que me han llamado la atención este verano. Porque hoy estoy positiva y no me voy a poner a sacar a la luz la cólera literaria. Eso otro día. 

Si sigo el orden cronológico de lecturas, realmente sigo el de mejor a peor libro para mi gusto. Así que bueno, por lo menos así el que empiece a leer la entrada se quedará con la primera recomendación que es la mejor, y algo habremos ganado. 


El amante de Marguerite Duras:
Bien, veamos: hace un par de años encontré entre los libros de mi casa Hiroshima mon amour. No había visto la película, pero sabía al fin y al cabo que era una película. De lo que no tenía ni idea era de que el guion (qué penita me da quitarle la tilde, pero bueno, para una cosa que dice la RAE y tiene sentido...) lo había escrito esta señora. Señora que me sonaba, sin más. Y como quería un libro para bajármelo a la playa y que tampoco fuera muy largo, allá que me lo llevé: fue una gran decisión. 

Este verano me di cuenta de que había otro libro suyo por mi casa que no había leído: El amante, y después de ver de qué iba más o menos, me lancé. OH-DIOS-MÍO. Libraco. Literatura de la de verdad. De la que te dan ganas de aprender francés solo por leerla en la lengua original y saborear cada una de las palabras. Una maravilla que cuenta la historia de la propia autora cuando era adolescente y vivía en Indochina con su madre y sus dos hermanos. Allí un hombre de 26 (la Duras tenía 14-15, no me acuerdo ya) muy rico y chino se enamora de ella... Y ella es tan independiente, con una personalidad tan fuerte, con una vida tan complicada que consigue hacer que te absorba y no puedas salir de la historia. Una pasada sin remilgo ninguno que hace que a los amantes de subrayar pasajes de libros nos dé apuro marcar todas las páginas.

Como muestra, el final (sí, un poco spoiler, pero si te lees la vida de la autora en Wikipedia también lo es):



Luna Caliente, de Mempo Giardinelli

A este, como es hombre, se le fue la cabeza un poco más. Como todo libro que una persona lee, también tiene su historia de cómo apareció en mi vida. Todo sucedió la peor semana de un julio que he tenido en la vida: clases de 9 de la mañana 8:30 de la tarde todos los días, sin apenas tiempo para oxigenar el cerebro entre Gramatrix, tomar la pastilla roja para salir de él y las nociones basiquitas de Literatura Hispanoamericana, sin dormir y el sábado... sin café. Pues bien, ese sábado descafeinado ya no había aguantado más y no llegué a leer los cuentos que teníamos que llevar para ese día, el límite se había superado. Mientras me dormía en clase de forma bastante literal a pesar de lo majo que era el profesor, hablaron de un cuento de un tal Mempo Giardinelli. Nunca había oído hablar de él, y el profesor pronunció unas palabras mágicas (léase con acento argentino): "Es una novelita muy cortita, que se lee rápido, escrita de forma deliciosa y que, además, tiene alguna escena erótica muy bien construida". Descargado al día siguiente. Leído al día siguiente. 

Y así fue cómo llegó la segunda historia de adolescente/hombre mayor del verano. Aquí también es ella quien lleva el control, pero la historia es un poco más sórdida, más, como dice el autor, entre Dostoievsky y Kafka. Vamos, una locura. Pero una locura que también engancha a más no poder y que se lee con mucho gusto, de tan bien escrita como está.

Hay película, de Vicente Aranda, aunque según pone en IMDB cambian bastante el contexto y lo pasan de Argentina a España. No sé, no la he visto, pero creo que el libro merece muchísimo la pena.


La verdad sobre el caso Henry Quebert, de Joël Dicker. 

Quiero dejar constancia de que lo que voy a decir a continuación es una reflexión que me surge después de haber leído el libro. Que cuando lo empecé no estaba condicionada por nada de esto, pero que si lo llego a saber, lo empiezo aún antes. Dicho esto: aquí no hay portada que valga para anunciar la novela (aunque sí, el cuadro de Hopper es muy bonico). Esta vez la imagen que hay que poner es esta:

Ay omá


Sí, sí. Este hombre ha escrito un libro que me ha gustado. 28 años, guapo, escritor, suizo (equivalente a políglota), ganador del premio Goncourt, el Lire y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y ahora, además, rico. Un partidazo.

Pero pasemos a lo interesante (ejem...), La verdad sobre el caso Henry Quebert. Encontrarme con este libro fue algo totalmente normal. No tenía nada que leer y busqué qué estaba de moda entre la gente en FNAC. Esto fue lo que salió, esto fue lo que probé. Todos los veranos me gusta tragarme un best-seller, es una forma de que, aunque no esté realmente de vacaciones porque tengo que estar todo el día pringada con la mierda del máster,  me sienta como si lo estuviera. El de este año ha sido mucho mejor que el del año pasado (es complicado ser peor que las Cincuenta sombras).

No me voy a poner en plan crítica filóloga porque eso ya lo han hecho otros con los que se puede estar más o menos de acuerdo. Me voy a poner en plan lectora de verano que tiene ganas de pasarlo bien con un libro. Y si ese es el pensamiento que llevas cuando lo abres, vas bien, porque no decepciona. Quizás algún pasaje demasiado engorroso y pesado. Sí. Quizás unas vueltas finales raras. También. Pero yo me lo he pasado pipa leyéndolo. El argumento es simple: hace 33 años desapareció una chica de 15 en un pueblo inventado de EE.UU.  y en 2008 la encuentran muerta en el jardín de un escritor famoso. Además, el cadáver está enterrado con una copia de la obra maestra de este autor y una dedicatoria d'amour. El discípulo de este escritor, que es otro escritor joven y famoso, está convencido de que su mentor no es un asesino y se pone a investigar en el pueblecito en medio de una crisis de página en blanco. Ya no cuento más.

Lo último que quiero decir es que, si alguien conoce a este hombre y me lo presenta, se lo agradeceré profundamente.


Bicos para todos.






martes, 20 de agosto de 2013

Nubes de hoy







Manías que le entran a una. Y descubrimientos en clases sobre TICs que acaban en ñoñerías adolescentes que entran ganas de hacer justo cuando hay otras cosas con las que deberías ponerte. Esto hace que merezca un sacrificio a un dios pagano. Pero es que son taaan monas...

domingo, 18 de agosto de 2013

A hurtadillas

Pss, pss, te estoy viendo. Sé que estás intentando esconderte detrás de aquel cajón, pero estás ahí. Llevo sabiendo que sigues todos mis pasos desde el primer momento, que me persigues vaya a donde vaya, haga lo que haga y piense lo que piense.

Siempre empieza igual, cuando, por las mañanas, me meto en la ducha y tú me ves reflejada en el espejo. A veces te gusto más y a veces menos, pero no dejas de mirar nunca. Después cae el agua y me empiezas a entender: pienso muy alto y tú puedes asomar la cabeza más porque crees que no sé que estás. Y lo sé.

Con el segundo café de la mañana me recriminas que al cabo del día acabe tomando cuatro. E intentas hacerme culpable cada vez que enciendo un cigarrillo. Eso es asqueroso. Déjalo, anda, si no lo necesitas. Pero me gusta que te moleste, y por eso lo fumo y me relajo. El humo te da miedo y te escondes un poquito más.